El verano de 2017 llegó ya a su fin, pero dejó un muy buen sabor de boca en muchas de las personas participantes en el programa de Empleo de las entidades Down de Galicia.
Y es que en estos cuatro meses, los que van de junio a septiembre, 20 personas pertenecientes a las distintas entidades miembro de la Federación Down Galicia, consiguieron un nuevo contrato de trabajo, prorrogaron el que ya tenían o mejoraron sus condiciones laborales. Así, en este período, se consiguieron 14 nuevas inserciones (4 en A Coruña, 3 en Vigo y Lugo, y 2 en Pontevedra y Ferrol), 5 ampliaciones de contrato y 1 conversión en indefinido.
Estas nuevas oportunidades se sumaron a los contratos vigentes en toda la comunidad gallega, siendo 129 las personas que estuvieron trabajando en algún momento del período estival y, de estas, 113 lo hacían con un contrato indefinido.
Los puestos de trabajo desempeñados por los nuevos trabajadores y trabajadoras son bastante variados: manipulador de alimentos, operario de automoción, marinero, conserje, azafato de eventos, promotora de productos, auxiliar administrativo, auxiliar de comedor, especialista en electrónica,… Lo que no hace más que poner de manifiesto que las personas usuarias de la Federación Down Galicia y sus entidades miembro pueden desarrollarse perfectamente en tropel de perfiles profesionales.
Y en el otro lado de la balanza se encuentran las empresas. El colegio de abogados de Ferrol, la panadería A’Devesa, Bodegas El Paraguas, Fundación San Rosendo, el centro deportivo Be one, Alcampo o el Ayuntamiento de Agolada son algunas de las compañías o instituciones que en este período estival apostaron por la incorporación de personas con síndrome de Down y/o discapacidad intelectual a sus equipos de trabajo.
A estas oportunidades laborales tenemos que sumar 24 prácticas formativas, que sirvieron para que aquellas personas que las llevaron a cabo adquirieran una experiencia que favorecerá sus futuras posibilidades de inserción en el mercado laboral ordinario.
El acceso a un puesto trabajo es un derecho universalmente reconocido. Su desempeño influye directamente en el modo en que una persona percibe a los demás y se percibe a sí misma. También influye en el modo en que esa persona es percibida y valorada por la sociedad y, por supuesto, en el grado de libertad de que dispone en el aspecto económico y social. De este modo, la actividad laboral, como fin de una trayectoria formativa, se ha convertido en uno de los principales canales de inserción social de las personas con discapacidad intelectual.