La sociedad científica Trisomy 21 Research Society (T21RS) continúa la investigación internacional sobre los efectos de la COVID-19 en las personas con síndrome de Down. Es el estudio más extenso y completo de este tipo, en el que se han recogido más de 1000 casos de personas con síndrome de Down de todo el mundo. Los casos fueron reportados por familias y por profesionales clínicos, recogiéndose así toda la información disponible sobre las condiciones de vida de las personas, posibles enfermedades preexistentes y curso de la enfermedad.
Los resultados del estudio hasta el momento, indican que las personas con síndrome de Down son un grupo muy heterogéneo ante la enfermedad por COVID-19, cuyos factores de riesgo ante los resultados más graves (hospitalización y fallecimiento) son similares a los de la población general.
Entre ellos encontramos la edad, la diabetes, la obesidad o el sexo masculino, además de enfermedades cardiacas congénitas, como factor de riesgo de hospitalización en personas con síndrome de Down. Sin embargo, es fundamental señalar que, mientras que en la población general el riesgo de resultados desfavorables ante la COVID-19 aumenta a partir de alrededor de los 60 años, en las personas con síndrome de Down se acentúa después de los 40 años (se estima que una persona con síndrome de Down de 50 años, se asemejaría en términos médicos ante la COVID a una persona de 80-85 años sin síndrome de Down).
Por tanto, en base a los resultados de este estudio internacional, no podemos considerar a las personas con síndrome de Down menores de 40 años como grupo extremadamente vulnerable por el hecho de tener síndrome de Down, excepto si padecen patologías previas de riesgo que les incluyan dentro de los grupos vulnerables, como son las de obesidad, epilepsia o demencia.
Por este motivo, y de igual manera que ocurre con las orientaciones hacia la población general, se recomienda a todas las personas con síndrome de Down evitar los comportamientos de riesgo y adoptar las precauciones necesarias para reducir la propagación de la infección, como lavarse las manos frecuente y minuciosamente, el distanciamiento social, el uso de mascarilla y la garantía de que las vacunaciones recomendadas y los controles sanitarios estén al día.
Para los mayores de 40 años, se aconseja encarecidamente el buen uso de la mascarilla, evitar las estancias prolongadas en espacios interiores o no ventilados, la vacuna de la gripe estacional y neumocócica, así como mantener un buen nivel de vitamina D (a través de una alimentación saludable, contacto con el exterior, toma de sol natural y suplemento vitamínico si fuera necesario). Siguiendo estas recomendaciones, las condiciones de riesgo se reducen y es mucho más probable evitar los contagios y las complicaciones que pueden producirse ante la enfermedad.
Estudio de COVID-19 y síndrome de Down, informe del 24 de julio de 2020, disponible haciendo click aquí.
Estudio internacional sobre el impacto de la COVID-19 en personas con síndrome de Down de T21RS, disponible haciendo click aquí.