PUNTO VIRTUAL DE EDUCACIÓN
PREGUNTAS FRECUENTES
PREGUNTAS FRECUENTES
¿Cómo puedo asegurarme de que todo mi alumnado recibe los apoyos que necesita?
APOYO:
“Acto de prestar ayuda o asistencia a otra persona para que pueda realizar actividades y pueda participar en el aula” (Relatora Especial sobre los derechos de las personas con discapacidad).
“Implica definir un nuevo rol del profesorado con la vista puesta en la inclusión. Apoyar implica coordinación para el logro de objetivos compartidos y definidos como equitativos” (J. Blas García).
“Debe ser proporcionado por los profesionales mediante una planificación de actividades pensadas para todo el alumnado, siendo conscientes de sus diferentes puntos de partida, experiencias, intereses y estilos de aprendizaje…” (Booth y Ainscow, 2000).
La educación inclusiva se basa en una concepción humanista de la educación que se centra en la perspectiva de los Derechos Humanos y de la justicia social. El modelo social en el que se mueve la educación inclusiva habla de eliminar barreras para crear contextos acogedores y seguros para todo el alumnado. La educación inclusiva considera que los apoyos son una herramienta clave para la calidad de vida de las personas y suponen la estrategia que mejora el funcionamiento humano. Los apoyos ofrecen la oportunidad de reducir y/o eliminar la discrepancia entre las habilidades de una persona y las demandas del contexto.
Apoyo son todas aquellas actuaciones y actividades que el/la docente, o cualquier otro miembro de la comunidad educativa, pueda realizar para dar una respuesta inclusiva a todo el alumnado, de manera que le permita mejorar su participación tanto en el aula como en el contexto educativo y social. El apoyo también es colaborar, construir juntos partiendo de la capacidad, ajustar el contexto y trabajar entre iguales, con la finalidad de eliminar barreras.
Tendremos alumnos y alumnas en nuestros centros educativos que necesiten siempre un apoyo o ayuda para participar significativa y plenamente en el aula, otros que necesiten el apoyo puntualmente y otros que no lo necesiten, variando en cada caso la intensidad, pero siempre nos basamos en la ayuda y en la colaboración. Ofrecer un apoyo de calidad es un derecho imprescindible para que todo el alumnado pueda participar activamente en el aula. La falta de apoyos adecuados supone, por tanto, segregar, cometer injusticias y poner barreras a la presencia, a la participación o al aprendizaje.
Debemos hacer que nuestro centro educativo se constituya en una verdadera comunidad de apoyo, una red en la que se presta ayuda para que todo el mundo pueda participar de manera equitativa. De esta forma, el apoyo no se centra únicamente en un profesorado concreto ni en un alumnado concreto, sino que alumnado, profesorado, familias y comunidad educativa en general, colaboran para ayudar con propuestas claras. La cultura de la colaboración impregna de esta forma todas las actuaciones que allí se desarrollan.
Puede que en muchas ocasiones nos surjan dudas, por lo que para asegurarnos de que todo el alumnado recibe los apoyos que necesita, apuntamos algunos aspectos que pueden ayudar a diseñarlos de manera equitativa:
- Conocer al alumnado para poder establecer apoyos centrados en la persona y en las barreras que condicionan su participación, diseñando, en la medida del posible, un sistema de apoyos a medida de la persona que los precisa, con ella.
- Ser fácilmente puestos en práctica y ser utilizados por profesionales y no profesionales (alumnado, familias…) con diferentes habilidades.
- Generar logros y resultados consistentes, que mejoren la autonomía y la participación.
- Proporcionar información accesible y comprensible.
- Identificar las necesidades de apoyo en condiciones cambiantes y complejas.
- Generar resultados aplicables a la toma de decisiones importantes sobre diferentes temas.
- Estar diseñados en coordinación con las personas del entorno más próximo (familia, compañeros y compañeras, amistades…)
No es apoyo:
- Si lo diseñamos sin tener en cuenta las barreras y las necesidades de apoyo de la persona que lo necesita, dando prioridad a otras cuestiones.
- Si lo diseñamos en base a un diagnóstico o etiqueta, dejándonos llevar por expectativas equivocadas, sin conocer a la persona, su relación con el contexto y las barreras para la participación.
- Si son invariables y no tenemos en cuenta posibles cambios o procesos evolutivos, perpetuando apoyos a lo largo del tiempo.
- Si lo proporcionamos fuera del contexto/situación/actividad donde se necesita.
- Si contribuye a crear/aumentar la dependencia, en lugar de fomentar la autonomía.
- Si no mejora la participación, progreso e inclusión.
- Si aumenta la sensación de exclusión y segregación.
Por último, una vez empleadas todas las estrategias de las que dispone un centro educativo para facilitar la accesibilidad y universalidad de su alumnado, y cuando estas resulten aún insuficientes para responder a un determinado alumno o alumna, debemos dejar lugar a los posibles ajustes razonables, sin imponer una carga desproporcionada o indebida. Éstos serán todas aquellas modificaciones y ajustes que garanticen el disfrute o ejercicio de todos los derechos humanos y libertades fundamentales, en igualdad de oportunidades.
En conclusión, podemos decir que el apoyo es un facilitador, un puente entre “lo que es” y “lo que puede ser”, entre la realidad y el deseo. Cuando prestamos un apoyo desde el respeto, de igual a igual, dignificamos a la persona. Hacerlo desde la desigualdad, como una ayuda que diseñamos considerando únicamente la perspectiva asistencial y sin tener en cuenta a la propia persona y a las barreras que lo limitan, pueden llegar a estigmatizar, invisibilizar y oprimir.
Más información:
“Los apoyos facilitadores para la inclusión”. Dr. Joan J. Muntaner