Un compuesto presente en el té verde mejora el aprendizaje de las personas con síndrome de Down

Un grupo de científicos ha descubierto que una sustancia presente en el té verde (la epigalocatequina galato, EGCG) podría normalizar la función del gen Dyrk1A, lo que incidiría en una mejora en la memoria y aprendizaje de las personas con síndrome de Down. El equipo, que forma parte del IMIM (Instituto de Investigación Hospital del Mar) y del Centro de Regulación Genómica de Barcelona, ha realizado una investigación a lo largo de 5 años en ratones trisómicos y transgénicos, constatando una importante mejora en la plasticidad y regeneración neuronal, decisivas en la capacidad de computación del cerebro utilizando EGCG. Precisamente dos investigadores de del IMIM, Mara Dierssen y Rafael de la Torre, expusieron los resultados de este estudio en la pasada Asamblea General de Down España.

Mara Dierssen explicó que trataron de “encontrar moléculas claves en procesos mentales para mejorar las capacidades cognitivas. Para ello, utilizamos ratones con trisomía 21”, y así dieron con el gen Dyrk1a, “que es con el que trabajamos en el laboratorio, que puede potenciar muchas proteínas muy importantes para la plasticidad del cerebro”. Dierssen dijo que “sobreexpresando este gen se consiguen resultados impresionantes, como el crecimiento de las neuronas”. Para hacerlo, comentó la experta, “buscamos una sustancia que fuera segura. Esa es la Epigalocatequina Galato (EGCG), presente en el té verde”. Además, esta sustancia cumplía con un requisito indispensable: no es tóxica. Dierssen también explicó que para el estudio se valieron de la estimulación ambiental, un factor sin el cual es imposible potenciar las capacidades cognitivas de las personas con síndrome de Down. Por otro lado, comentó que la mejor oportunidad es hacerlo en los primeros años de la vida, que es cuando más crece el cerebro.

Por su parte, Rafael de la Torre explicó que una de las primeras y más importantes conclusiones que obtuvieron fue que no hay efectos adversos con la EGCG. Pero también se puso en evidencia que al suprimir el tratamiento, los resultados obtenidos en las personas involucradas en la investigación volvieron al punto de partida. Por eso, explicó que “la estimulación ambiental es primordial para mantener los efectos del tratamiento en el tiempo”. Aunque los resultados son positivos, el ponente quiso dejar claro que “el té verde no es la solución per se. La estimulación cognitiva adecuada, adaptada a la edad y las tecnologías, es predominante”. Por último, De la Torre recordó que “la EGCG también podría ayudar a prevenir el declive cognitivo propio de la edad, más presente en personas con síndrome de Down, como el alzheimer”.

Además de los investigadores, también intervino Noemi Muñoz, de los Laboratorios Grand Fontaine. Esta es una empresa dirigida a la nutrición médica de adultos, que ha colaborado en el estudio TESDAD. Muñoz ha explicado que su empresa es la encargada de desarrollar, validar, y en el futuro, comercializar el producto final que contenga la dosis indicada de EGCG para el consumo humano. El formato ideado será en polvos para su disolución en agua, como si de un batido se tratase. Barajan un precio de 25 euros por paquete, siendo necesarios unos 3 ó 4 paquetes al mes con una dosificación de 2 tomas al día. Su comercialización sería online.

Los resultados definitivos del estudio se harán públicos en junio, por lo que en otoño sería cuando las familias ya podrían estar en disposición de decidir si quieren iniciar este tratamiento.

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