Frases como “Necesito materiales adaptados para este niño”, “Hay que adaptarle el tema”, “Pídele a la PT que le haga actividades adaptadas” son recurrentes en los centros educativos.
Aunque no es una definición consensuada ni académica, en la práctica docente se considera adaptación de material cuando se hace referencia a la creación de recursos didácticos específicos adaptados a las características individuales de un niño o niña concretos. Así, se consideran materiales adaptados aquellos recursos con pictogramas o subtítulos, elementos manipulativos, apoyos visuales, o bien aquellos recursos que no coinciden con el “nivel académico” en el que el niño o niña está escolarizado. Estos materiales, en demasiadas ocasiones, no están relacionados con los contenidos, recursos o incluso dinámicas del resto de compañeros y compañeras presentes en el aula. De este modo, no es extraño encontrar alumnado de quinto o sexto de primaria realizando tareas de infantil en el aula ordinaria, totalmente ajeno al desarrollo de la clase.
Si nos atenemos a la definición de inclusión educativa que parte de las premisas de presencia, participación y progreso, se trata de una realidad que vulnera por completo el derecho de participación de los niños y niñas en la dinámica del aula. De esta manera, los materiales didácticos se convierten en barreras tanto físicas (con el predominio absoluto de la lectoescritura impresa) como sociales (impiden la participación), cognitivas (pensados para una única forma “media” de percibir y comprender la realidad) y comunicativas (una vez más el sistema de lectoescritura impresa).
Es fundamental cambiar la perspectiva individualista, etiquetadora y segregadora que aportan los materiales específicos adaptados, hacia una visión inclusiva, creando y empleando materiales accesibles y disponibles para todo el alumnado, de modo que ninguna persona sea excluida.
Así, los materiales con apoyos visuales van a facilitar la atención y comprensión de todas y todos. Lo mismo ocurrirá con la utilización de material audiovisual subtitulado o con la secuenciación de pasos en las actividades formuladas. Todo el alumnado se verá favorecido por la presencia de opciones alternativas que permitan la toma de decisiones y la personalización de la experiencia de aprendizaje. En este sentido, el Diseño Universal para el Aprendizaje, a través de sus puntos de verificación, ofrece un marco único para la programación y elaboración de unidades y materiales didácticos accesibles para todo el alumnado.